La leyenda de la Plaza de las Brujas y la Piedra de Can Rovira en Pujarnol
Las dos leyendas que presentamos se ubican sobre la casa El Solei y, a través de un itinerario legendario a pie, se pueden visitar las dos localizaciones donde pasaron estas dos leyendas:
Leyenda de la Piedra de Can Rovira
La Piedra de Rovira es una gran piedra terrosa que contiene mucha leyenda. La historia cuenta que en Can Rovira vivía gente muy devota que rezaba con frecuencia el rosario.
El demonio, harto de esa gente, decidió empujar una roca por la montaña para que les aplastara la casa. Pero el caballo de Sant Martirià impidió que la roca llegara a la casa, y la detuvo a unos metros de ella.
En esta roca han quedado impresas las marcas de las pezuñas del demonio, que a menudo se representa con patas de cabra, de sus garras y de la herradura del caballo del Santo, que impidió la catástrofe.
Leyenda de la Plaza de las Brujas de Pujarnol
La Plaza de las Brujas está situada sobre Puigsurís, en el camino hacia el Coll de Vi y Sant Patllari (Porqueres).
La leyenda está recogida por Pere Alsius en 1910 y dice así:
De Banyoles salió un joven vivaracho que era jorobado, en dirección a la plaza de las Brujas de Pujarnol, para ajustar un haz de leña. Hecho el trabajo, sintió un gran alboroto y descubrió una animada sardana de brujas, que iban cantando:
- ¡Lunes y martes comeremos chicos!
Las brujas descubrieron al chico y le invitaron a bailar. El chico añadió una nueva estrofa a la canción, que decía:
- Miércoles y jueves comeremos huevos.
Esa añadidura gustó mucho a las brujas, que no paraban de repetir con delirio aquella estrofa. Las brujas determinaron agradecerle aquel hecho y decidieron quitarle la joroba e invitarle a volver a cualquiera de esas festres que hacían en Pujarnol.
Muy pronto la noticia de ese hecho circuló por todo Banyoles y pueblos vecinos. Todo el mundo felicitaba al joven afortunado. Otro jorobado quiso repetir la suerte del primero y bien animado se dirigió a la plaza de las Brujas de Pujarnol. El jorobado encontró a las brujas bailando y repitiendo:
- Lunes y martes comeremos chicos. Miércoles y jueves comeremos huevos.
El jorobado propuso una nueva estrofa para bailar, que decía:
- El viernes y el sábado nos prepararemos para celebrar la Santa Pascua.
El sentido religioso de esta estrofa disgustó tanto a las brujas que, locas y fuera de sí, se echaron sobre el indefenso jorobado magolándolo hasta dejarlo por muerto.
Una de las brujas más endemoniadas fue a buscar la joroba que habían amputado el día antes en el primer jorobado y le soldó sobre el pecho del segundo. El pobre hombre volvió a Banyoles con una doble curva, una joroba delante y otra detrás.
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